La producción automotriz sigue fuera de EE.UU.

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La reciente imposición de un arancel del 25% en los automóviles y piezas importadas en Estados Unidos ha tenido un notable efecto en el sector automotriz a nivel mundial. Esta política, introducida por el presidente Donald Trump, pretende fomentar la manufactura interna y disminuir el déficit comercial del país. No obstante, los efectos de dichos aranceles son diversos y repercuten en fabricantes y compradores por igual.

​La reciente implementación de aranceles del 25% a las importaciones de automóviles y sus componentes en Estados Unidos ha generado un impacto significativo en la industria automotriz global. Esta medida, anunciada por el presidente Donald Trump, busca incentivar la producción nacional y reducir el déficit comercial del país. Sin embargo, las consecuencias de estos aranceles son complejas y afectan tanto a fabricantes como a consumidores.​

Los aranceles abarcan una extensa variedad de importaciones, que incluyen vehículos terminados y piezas clave para su ensamblaje. Se calcula que cerca de $306,000 millones en importaciones están bajo el impacto de estos aranceles, incluyendo más de 7 millones de vehículos con un valor cercano a $250,000 millones, así como múltiples partes automotrices. Esta política ha desestabilizado las cadenas de suministro internacionales, impactando a productores que requieren de componentes manufacturados en diversos países.

Compañías como General Motors, Ford y Stellantis han visto un aumento en sus costes de producción debido a la necesidad de modificar sus cadenas de suministro y encontrar nuevos proveedores. Estas modificaciones pueden requerir inversiones considerables y causar demoras en la producción. Asimismo, fabricantes internacionales como Toyota, Honda y Nissan, que tienen fábricas en Estados Unidos, también se enfrentan a dificultades para adaptarse a las nuevas normativas y esquivar los aranceles.

Repercusiones para los compradores

Consecuencias para los consumidores

La imposición de aranceles se traduce en un aumento en los precios de los vehículos importados y, potencialmente, de los fabricados localmente que dependen de componentes extranjeros. Se prevé que el costo adicional por vehículo oscile entre $3,500 y $12,000, dependiendo del modelo y los componentes afectados. Este incremento podría llevar a que el precio promedio de un automóvil nuevo aumente hasta en un 10%. Para los consumidores, esto representa una carga económica adicional y podría reducir la accesibilidad a ciertos modelos o marcas.​

Las acciones de las principales compañías automotrices han experimentado bajas considerables en las bolsas de valores. Por ejemplo, los títulos de General Motors disminuyeron un 7.4%, mientras que los de Ford se redujeron en un 3.9%. Otros fabricantes, como Stellantis, Honda y Toyota, también vieron caídas en sus cotizaciones bursátiles. Esta fluctuación evidencia la incertidumbre y las inquietudes de los inversores respecto al impacto a largo plazo de los aranceles en la rentabilidad y solidez de las empresas en la industria.

En el largo plazo, es incierto si los aranceles serán efectivos para revitalizar la industria automotriz del país. Aunque se busca estimular la producción interna, muchos fabricantes son reticentes a trasladar sus plantas debido a los elevados costos y la complejidad logística. Además, la posibilidad de que otras naciones adopten medidas de represalia podría perjudicar las exportaciones estadounidenses y aumentar las tensiones comerciales.

Aspectos adicionales

Consideraciones adicionales

Es importante destacar que el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) establece reglas de origen específicas para la industria automotriz. Para que un vehículo califique para el libre comercio bajo este acuerdo, debe ser producido en al menos un 75% en la región y cumplir con criterios laborales específicos. Estos aranceles podrían influir en cómo los fabricantes ajustan sus operaciones para cumplir con estas regulaciones y evitar costos adicionales.​

By Gerardo Olivera

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